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sábado, 30 de junio de 2012

EN EL DIA DEL ORGULLO GAY, GRACIAS SR. JOSE LUIS RODRIGUEZ ZAPATERO, GRACIAS SR. PRESIDENTE.

Me llamo José Antonio Aguilar Guerrero, y soy ciudadano español.
Quizá este comienzo de este escrito pueda parecer obvio para mucha gente, un comienzo innecesario quizá, pero define para mí y para millones de nuevos ciudadanos españoles, por qué nos sentimos hoy orgullosos y agradecidos al mismo tiempo.
Mi preocupación cuando escribo estas líneas es el ser capaz de expresar mi profundo agradecimiento a la persona que considero mi primer y único presidente como ciudadano español.
Nací en Vitoria en el año 1960 y sin embargo no fue hasta el año 2005, con 45 años cuando finalmente adquirí la nacionalidad española de pleno derecho.
Hasta entonces tan solo fui un apátrida en mi propio país, hasta entonces no fui más que un ser degenerado y pecaminoso en mi propia fe, la católica, hasta entonces tuve que temer ser ilegal en mi primera juventud e incluso ir a la cárcel simplemente por desear o amar a otra persona, hasta entonces solo pude temer el desprecio de mis conciudadanos, el de mis amigos, el de mis compañeros de estudios o de trabajo, el de mis familiares, el de mis propios padres, a los que aun hoy en día les cuesta reconocer que su hijo es homosexual.
Nací en una hermosa y cuidada ciudad, en un lugar hermoso donde vivir, donde una familia cualquiera puede ser feliz. Sin embargo con 30 años salí de ella para venirme a vivir a Madrid, muerto de soledad, por no poder enfrentarme a mi realidad, por no saber en quien confiar, por miedo al desprecio de los demás, por miedo incluso de aquellos que dicen proclamar la palabra de Dios y el amor al prójimo.
Aquí en Madrid encontré una sociedad que me acogió sin preguntar de donde venia, ni cuál era mi orientación sexual, aquí en esta ciudad conocí al amor de mi vida, a mi marido, y fue aquí donde aprendí, poco a poco a ser yo mismo, a sentirme orgulloso de mí mismo, a darme cuenta de que nadie tenía derecho a despreciarme.
Fue un proceso lento y doloroso, un camino difícil que recorrí junto a Enrique, mi marido, proceso que aun continua en algunas ocasiones, porque aun quedan muchas cosas que conseguir en nuestra sociedad.
Pero en este proceso hay una fecha que quiero recordar, que no creo que olvide jamás, la fecha en la que el Sr. José Luis Rodríguez Zapatero leyó su discurso de investidura en el año 2004.
 En él hacía referencia directa a su intención de reconocer finalmente los derechos de ciudadanía a los homosexuales de nuestro país. Ese día comenzó para mí y para tantos y tantos españoles el camino hacia nuestra dignidad ciudadana, por fin ese día el Estado, el Parlamento de la Nación, y las instituciones públicas comenzaron a trabajar para reconocer los derechos que se les reconoce a los demás ciudadanos españoles por el mero hecho de nacer en nuestro país, y ese comienzo se inició en los primeros momentos de la acción política del Sr. Rodríguez Zapatero como candidato a la Presidencia del Gobierno de la Nación. Pero lo más importante para todos los ciudadanos de este país que pertenecemos a una minoría sexual, es que sus promesas no se quedaron en papel mojado sino que cumplió con su palabra y promovió leyes que nos devolvieron nuestra dignidad, que nos hicieron por fin ciudadanos españoles.
Porque se trata de la dignidad como ciudadano y no solo de derechos vanos.
No se trata de poder hacer una frívola ceremonia de matrimonio, de poder tener unos papeles que acrediten que nos queremos o queremos vivir juntos, se trata de sentirse respetado como son respetados los demás ciudadanos, como son respetados y queridos los demás españoles,  que se quieren y deciden compartir sus vidas en nuestro país. Se trata de poder sentirse ciudadano de pleno derecho, se trata de sentirse respetado y no como un ridículo mariquita no apto para una institución sagrada como el matrimonio. Se trata de no sentirse ni pera ni manzana, sino ciudadano, de sentirse orgulloso de ser ciudadano español, y yo personalmente me siento orgulloso de serlo, gracias al trabajo y el esfuerzo de mi único y primer presidente, el Sr. Zapatero.
Sé que como demócrata debo aceptar al actual presidente el Sr. Rajoy, como presidente de la Nación, porque así lo han decidido democráticamente mis conciudadanos, pero no puedo por más que expresar mi más profundo desprecio por la política desleal que ejerció en la oposición al gobierno del Sr. Zapatero y a toda la Nación Española, y por la actitud farisaica que demostró permitiendo que presentara su grupo político el recurso de inconstitucionalidad contra la ley que nos reconoce los derechos a los homosexuales, y por la cobardía de dejar en manos del Tribunal Constitucional la denegación de ese recurso vergonzante, no teniendo una vez más el valor de retirarlo él mismo.
Como Demócrata he de aceptar al representante del PP como mi presidente, como persona y ciudadano, tan solo puedo ver a un hipócrita que atenta contra mis derechos y el de cientos de miles de españoles, actitud que tan solo avergüenza a la institución a la que representa. El Sr. Zapatero ha podido cometer muchos errores en su gestión como presidente del Gobierno, pero han sido errores del que orienta su acción política hacia la defensa del más débil, nada que ver con la hipocresía, la manipulación y la mentira que caracteriza la actuación del ejecutivo actual y de su exasperante presidente, movidos tan solo por la defensa de los privilegios del que más tiene y de sus propios privilegios. A pesar de lo que muchas personas creen, no todos los políticos son iguales.
 Por ello, de momento en mi fuero interno solo puedo reconocer a un presidente, el Sr. Rodríguez Zapatero, al que quiero expresar desde estas líneas, todo mi agradecimiento, todo mi afecto y todo mi respeto, y al que quiero expresar mi solidaridad por lo injustamente que está siendo tratado, aunque estoy seguro que tarde o temprano se le reconocerá su gran talla como político y como persona.
GRACIAS SR PRESIDENTE,
José Antonio Aguilar Guerrero, ciudadano español.

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